miércoles, 13 de noviembre de 2013

CAPITULO XX. MÁS VIAJES.



Ahora Ángel ya no trabaja. Dice que está “prejubilado”, que debe ser como estar de vacaciones, pero durante toooodo el tiempo.

Pero eso no significa que nos quedemos en casa todo el día. Ahora salimos por las mañanas y por las tardes y cada día hay nuevos perritos en la perripandi. Hay dos westy, Jagger y Rulo, y un San Bernardo enorme y otras perritas muy grandes que viven juntas, Buffy y Noha. A Lupy le han traído otra compañera, Hada. Y también está Linda, que es una caniche pequeñita con el pelo negro y muy rizado. Todos somos ahora una gran manada y nos llevamos fenomenal. Las que más juegan son las más jóvenes, como Nana y Kira, que se pasan el día persiguiéndose una a la otra y no se cansan nunca.

Maite le ha pedido a Ángel que le escriba algo sobre Kira, que os lo voy a contar. Dice así:


Kira salta, Kira vuela,
y en todas partes se cuela.
Kira corre, Kira gira
y a todos los perros mira.
Kira brinca y acomete
y en todas partes se mete…

Kira en griego es “la señora”
en ruso es “la sonriente”,
en japonés, “reluciente”
y en persa es “la previsora”.

Kira pasea graciosa
camino de la morera
porque sabe que la espera
una fruta deliciosa.


Kira olfatea las moras
y come las más maduras,
pues las verdes están duras
y sientan mal en dos horas.

Kira a palomas hostiga
Kira a mirlos acomete
Kira, incluso al martinete
en la distancia atosiga

Con su traje de ladina
tapada con su antifaz
ningún bolso deja en paz
en busca de golosinas

Kira corre alegremente
y, con sus cejas al viento
y su rabito contento,
va sorteando a la gente.

Kira posa formalita
en cuanto alguien la enfoca
luego corre como loca
hasta llegar a su amita.

Pero, eso sí, cuando llega
el momento de volver
a casa, es digno de ver
que Kira no se doblega

Se entretiene, se resiste,
se hace la despistada
hasta se queda parada
por mucho que Maite insiste

Y así, las más de las veces
hay que llevarla en bracitos
pues no sirven ni los gritos,
ni los ruegos, ni las preces.

¡Menos mal, pensará Kira,
que mañana habrá más moras
y pasaré muchas horas
divirtiéndome la tira!

Pues todo el mundo percibe
aunque no sepan, incluso,
que Kira es “sonriente” en ruso,
que Kira el parque lo vive.
  
Hay un chico, Jesús,  que pasea con cuatro yorkshires, Giorgio, Ágatha, Chanel  y otro que no recuerdo, y una chica, Macu, que lleva a Junior en un bolsito, porque no puede andar y así le pasea. Están Isis, con la lenguita siempre asomando y Osisris, que juega con una piedra que le tira José Luis. También hemos conocido a Quela, que bebe agua de las fuentes directamente del chorro. Y a Luna y a Hanna y no sé cuántos perritos más.

Hablando de fuentes, han puesto muchas en el parque, rodeadas de montículos de hierba y a veces nos vamos toda la perripandi a una de estas fuentes y los grandotes (perdón, los humanos) toman el sol y charlan de tonterías mientras que nosotros jugamos. De vez en cuando se acerca algún perrito que no es de la pandilla y si me molesta doy un gruñidito y en seguidita Chispi o Chiwi me defienden. 

Hemos vuelto un par de veces a Ibiza y Ángel se ha traído cajas con cosas. Además ha traído unos bultos de Ikea y se ha construido una cama con sus mesillas y muebles con cajones, su colchón y todo, en una de las habitaciones que estaban vacías.

En otra ocasión hemos ido a una ciudad con un río muy ancho, el más ancho que he visto nunca y con muchos puentes, que se llama Zaragoza. Ángel tenía que dar una charla sobre algo de mejoras de proyectos para el personal sanitario de un hospital muy grande. Al llegar ha pedido que alguien se hiciera cargo de mí, ya que en esos sitios no dejan entrar a los perritos, y eso que no es una tienda, pero no dejan. 

Entonces una chica muy simpática, que se llama Carmen, ha cogido mi correa y me ha dicho que nos íbamos a pasear las dos, que las charlas son muy aburridas y que estaríamos mejor jugando en el parque que hay al lado.

Lo estábamos pasando fenomenal, en una pradera con margaritas y otras flores y jugando, cuando he oído el silbido de Ángel, que me llamaba. Enseguida me he puesto a ladrar y a dar vueltas alrededor de Carmen para que se levantara y nos fuéramos a buscarle. Se ha puesto muy contento de verme tan bien y le ha dado las gracias a Carmen.

-        No tiene importancia, lo hemos pasado muy bien las dos jugando.
-        ¿Tienes perro?
-        ¡Qué va! Ni siquiera sabía si nos íbamos a llevar bien, pero Noa es muy cariñosa.

Así que la ha invitado a merendar para compensar el tiempo de guardería perruna. Además le ha comprado una planta con hojas muy verdes y brillantes y flores rojas y ella le ha dicho que no se tenía que haber molestado en regalarle nada.

-        No ha sido ninguna molestia, te lo aseguro. Es lo menos que podía hacer. Aunque en realidad te he hecho dos regalos: El anthurium y librarte de mi charla.



Y los dos se han puesto a reír como bobos.

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