Os voy a contar lo que hemos
hecho este verano. Como el médico que atiende a Ángel (un tal Psiquiatra) le ha
recomendado un cambio radical, nos hemos embarcado con destino a Galicia. Aunque
primero se ha asegurado de que en el hotel admitan perritos.
He ido todo el viaje sentada en
el asiento delantero, muy quietecita, aunque como llevo mi arnés y mi cinturón
no puedo casi moverme. De vez en cuando me pongo nerviosa y Ángel para que
salga un ratito. Lleva una nevera eléctrica enchufada en la parte de atrás con
mi comida, agua y refrescos y cuando es la hora en la que tenemos hambre, busca algún
sitio con mesas en la calle y encarga alguna cosa para comer y me prepara mi
platito mientras espera que le traigan lo que ha pedido.
Uff. Creía que no íbamos a llegar
nunca, pero antes de que se pusiera el sol hemos aparcado frente al Hotel Santa
Cristina, en Perilló (Oleiros), muy cerquita de La Coruña.
El sitio es muy bonito, y aunque
la habitación no es muy grande, estamos muy bien,
Por las mañanas paseamos por las
enormes playas en las que no hay nadie hasta que pasan de las nueve, Luego nos vamos a una zona de dunas sobre la
playa y ponemos los quitasoles y paravientos y pasamos el día jugando, hasta
que me canso y me tumbo a la sombrita.
Por las tardes paseamos por un
parque en el que hay otros perritos y Ángel me suelta para que juguemos. Hay un
basset que se llama Mowgli que es muy gracioso y siempre estamos jugando al “que te pillo”.
Una mañana han aparecido
en el mar unas gaviotas enoooormes y muy blancas y con el cuello muy largo.
Ángel dice que son cisnes… Sí, sí, cisnes en la playa, nadando tranquilamente
cerca de la orilla, en la ría de O Burgo, tanto que me he ido a la carrera a
jugar con ellos, pero no me he querido mojarme y me he quedado corriendo a su
lado sin meter las patitas en el agua. Luego ha venido mucha gente y les han
hecho muchas fotos y algunas salían en los periódicos del día siguiente.
Luego nos hemos puesto a
recorrer Perilló, que es como un barrio de Oleiros y nos hemos alejado mucho y
hemos llegado a la salida del pueblo.
-
Anda, Noa, llévame a casa – me ha dicho Ángel.
A lo mejor se cree que me he
perdido, pero no es así. Me he puesto a andar y andar hasta que hemos llegado a
la puerta del hotel, pero por la parte de atrás. Menos mal que estoy yo aquí,
que si no…
A las dos semanas justas nos
hemos vuelto a casa, en otro viaje interminable.
Ángel va de vez en cuando a ver a
su doctor Psiquiatra y me dice que se ya se encuentra algo mejor, aunque para
las fiestas de invierno en las que llenan las calles de luces de colores le ha
recomendado otro cambio de escenario.
Así otra vez de viaje en el
enorme CRV, esta vez al sur de la península, porque es donde el tiempo es más agradable
en invierno. No hemos ido donde otras veces, sino a Salobreña, y hemos tardado
menos en llegar. El sitio es muy bonito y los dueños del establecimiento son
portugueses y antes tenían un criadero de perritos de raza mastín de Burdeos,
que son unos perros enormes y muy dóciles y buenos.
Un día hemos ido a pasar la ITV
del coche y al salir hemos entrado en un concesionario Volsk Wagen que hay justo
enfrente. Ángel ha pedido que le tasaran su coche y se ha interesado por otro
más pequeño y que tuviera algún tipo de oferta. Al final le han enseñado uno al
que han rebajado una barbaridad porque estamos a fin de año y lo ha comprado.
Se lo darán dentro de diez días.
Hemos vuelto a casa en el CRV,
pero ya me ha dicho que me vaya olvidando, que pronto tendremos coche nuevo. La
verdad es que el año va a empezar con muchos cambios. Igual tendremos casa
nueva, coche nuevo y no sé cuántas novedades más.
El caso es que ahora estamos
cómodamente instalados y nos están construyendo un parque muy largo cerca de la
casa, en un sitio por el que antes pasaban miles de coches hacia un lado y
hacia otro haciendo un ruido infernal.
Hasta se ha comprado una
bicicleta en la que ha colgado un cesto del manillar y salimos a pasear muchos
días, aunque de momento, el camino se termina enseguida y damos la vuelta.
Cuando me canso me sube al cestito y la gente me mira y me dice cosas.
Están construyendo un puente muy
raro, totalmente redondo y con forma de tirabuzón y todos los días vamos a ver
cómo va, aunque parece que por lo despacio que avanzan no terminarán nunca.
Poco a poco van abriendo tramos
nuevos del parque y cada vez podemos recorrer más distancia.
Hay más personas y también más
perritos. Hoy hemos conocido a varios.
Una perrita llamada Kira, otra maltesita
que se llama Blanqui y a un yorkshire chiquirritín al que han puesto Chispi,
porque es una chispita,
Luego hemos conocido a más y más
gente con perritos y nos juntamos todos los días y jugamos al que te
pillo, aunque Blanqui siempre me quiere morder las orejitas y a mí no me
gusta.
Así que unos días paseamos en
bicicleta, otros andando y cada vez nos juntamos más gente y más perritos. La
amita de Kira dice que somos una “perripandi”
y organizan salidas a parques de los alrededores mientras esperamos a que nos
terminen éste, al que llaman Madrid Río.
Seguro que me dejo algún perrito sin nombrar, pero espero que no me lo tenga en cuenta.
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