-
Voy a dar formación a los equipos docentes
para reconvertirlos en tutores on-line. Parece que la empresa apuesta por esta
modalidad, ya que podrían dar tutorías incluso a los alumnos españoles – les ha
explicado – Y de paso me evado un poco de todo esto. Supongo que eso también lo
han considerado.
-
Bueno, hijo. No te preocupes por Noa que te
la cuidaremos bien.
Estos días parece que Neno
tampoco tienen muchas ganas de corretear, y eso que antes estaba tooodo el
tiempo inventándose cosas para jugar y trastear conmigo.
Cuando Ángel ha vuelto ha
venido directamente a buscarme y me ha llevado a casa. Parece más animado, pero
poco a poco le vuelvo o notar igual que antes de irse. Por las mañanas se
levanta temprano y se arregla. Luego me pone mi arnés y me saca a la calle para
que haga mis cosas. Siempre me pide que me dé prisa, pero no es tan fácil
encontrar el lugar más adecuado. Cuando termino volvemos a casa y me deja
solita y me encarga que cuide bien de todo.
Cuando vuelve yo le recibo
dando saltitos, pero apenas me presta atención. Me prepara la comida y me pone
mi platito, pero está siempre como ausente.
Otros días se sienta en la
mesa delante del ordenador de Inma y trabaja desde allí, sin tener que ir a la
oficina.
Esos días yo me enrosco a
sus pies hasta la hora de comer. Luego salimos a das un pequeño paseo. A veces vuelve a la oficina después y otras
no. La verdad es que no le puedo controlar bien, porque no tiene un patrón
fijo.
Hoy me ha sacado una foto en
la calle. Luego hemos subido a casa y ha enviado mi imagen por lo que llaman el
correo electrónico para ver si alguien tiene interés en quedarse conmigo.
Pero no es eso lo que más me
preocupa. Por la tarde ha abierto la puerta de la galería y se ha puesto a
mirar hacia abajo. Eso no tiene demasiada importancia, como podréis suponer,
pero luego ha levantado una pierna y ha intentado llegar al borde de la ventana.
Entonces me he asustado un poco y me he puesto a ladrar como una loca y al
mismo tiempo le mordía el pantalón.
Se me ha quedado mirando con
una rara expresión. Luego se ha agachado y me ha cogido en brazos y se ha
sentado conmigo en el sofá sin soltarme. Me acunaba y me daba las gracias y me
decía que no me preocupase más. Pero yo no le quito ojo, por si acaso.
El correo que mandó con mis
fotos ha tenido varias respuestas. Un compañero le ha dicho que una familia con
niños pequeños que viven en una casa con jardín estaría interesada en quedarse
conmigo. Otro le ha comentado que una señora mayor que vive sola estaría
encantada de cuidarme. Hay una más que ha pedido venir a casa para conocerme y
ver que tal nos llevamos. Vamos que parece que dentro de poco tendré un nuevo
hogar, pero no sé si con los niños, con la señora mayor o con la que me quiere
conocer primero.
Al llegar el sábado, me ha
metido en el coche y me ha puesto mi cinturón especial y hemos ido a buscar a
alguien a quien llamaba Priscilla.
- Ay Noa, si eres más guapa que en fotografía –
me ha dicho mientras me daba palmaditas.
Como no sé si será mi nueva
amita he tratado de portarme lo mejor posible. Hemos ido a buscar a otra amiga
de Prisicilla y luego a pasear y recorrer otra ciudad que era completamente
nueva para mí. Hemos comido en un bar y Ángel me daba cachitos por debajo de la
mesa mientras me decía que estuviera callada.
Al atardecer hemos vuelto a
casa, después de dejar a Priscilla en el mismo punto donde la habíamos recogido
por la mañana. Después de todo parece que no será mi nueva dueña.
Los días pasan y Ángel no
parece mejorar. Ahora toma cuatro pastillas y ha dejado de ir a la oficina.
Dice que está “de baja”, sea lo que sea. De modo que ya no me urge por las
mañanas y me deja pasear más tranquilamente. Hasta parece que se le ha olvidado
lo de buscarme otra casa. De momento.
Cuando han llamado a la
puerta no me podía ni imaginar que se trataba de la señora que quería que nos conociéramos
primero. Ángel tampoco, porque le ha preguntado dos veces que es lo que quería.
-
Soy Mari Carmen. Habíamos quedado en que
recogería a Noa para dar un paseo y conocernos ¿No lo recuerda?
-
No. La verdad es que no lo recordaba.
-
Bueno, pues si le parece nos vamos a dar una
vuelta a ver qué tal.
Y me ha puesto mi arnés y le
ha dado la correa a Mari Carmen. Hemos salido a la calle y yo me he quedado
siempre a la derecha de la recién llegada. Luego hemos caminado hasta el
pequeño parque donde me lleva Ángel algunas veces y se han sentado en un banco
de madera. Han estado hablando de mis costumbres, de lo que como, de cuánto, de
la edad que tengo, de si me porto bien, si ladro, si muerdo… un historial
completo.
La señora parecía muy
satisfecha con las respuestas que recibía y me hacía caricias y me decía
palabras muy cariñosas.
Cuando les ha parecido
conveniente hemos regresado a casa y Mari Carmen le ha pedido mi cartilla de
vacunación y mis documentos.
Ángel los tenía en la mano
para dárselos, cuando ella le ha preguntado que por qué quería dar a su
perrita.
-
Porque no la puedo atender como debiera. Creo
que es mejor que esté con alguien que se ocupe de ella debidamente y que la
dedique la atención que yo no la puedo dar.
-
Usted no quiere dar a su perrita – ha contestado
ella.
-
¿Por qué dice eso?
-
Porque está usted llorando… Hagamos una cosa.
Vamos a dejar pasar un mes y si ve que no puede, me llama. ¿Le parece?
-
Lo vamos a intentar.
De modo que se ha ido. Yo me
he quedado mirando a Ángel para ver qué hacía.
-
Ven Noa. Vamos a intentarlo juntos. No nos
queda más remedio que salir de ésta.
Y me ha cogido en brazos y me
ha llevado a mi casita. Pero yo he dado un salto y me he enroscado a los pies
de la cama, esperando a que venga a dormir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario