lunes, 5 de noviembre de 2012

IV. SKITCH


Como mamá nos alimenta muy bien ya estamos muy grandes, a pesar de no llegar al mes de vida. A  los malteses les empiezan a salir los dientes de leche a partir de las tres semanas y dejan la lactancia sobre la semana séptima.

Al ser una perra con cuatro cachorritos los cuidadores le dan a mamá una comida especial para ayudar a que nos pueda alimentar mejor. Nos ponen mucha agua, nada más llegar, y dejan un plato con comida que nosotros olisqueamos y, a veces, nos metemos en la boca. Son unas bolitas muy secas y duras, pero al ratito de tenerlas en la boca se van ablandando.

Mamá come todas las mañanas y tritura las bolitas con sus muelas, produciendo un sonido como cuando se parten briznas de hierba seca. Como sabe que nos llama la atención, a veces deja caer pequeños trozos ya masticados y nosotros nos peleamos por cogerlos, ya que son más pequeños y más fáciles de tener en la boca.

Cuando nace un maltés apenas tiene pelo; pero al poco nos empieza a brotar una pelusa suave y muy blanca que es nuestra imagen característica. Mamá nos ha contado esta mañana que a la mayoría de los humanos les gusta tener un perro o dos como parte de sus manadas y que los perros y los grandotes son muy buenos amigos a pesar de ser especies distintas.

Nos ha contado historias muy bonitas sobre la amistad entre perros y "grandotes" y de cómo algunos perros han salvado la vida de seres humanos cuando estos se encontraban en peligro. Pero lo que más les gusta a la mayoría de los perros es jugar con los cachorros de hombre, porque son más traviesos y siempre quieren jugar con sus perritos. Mamá Sirta dice que, a pesar de ser tan diferentes, la lealtad de los perros hacia los humanos viene de muy muy lejos y de mucho mucho tiempo y que siempre ha sido así, aunque también hay humanos a los que no les gustamos los perritos.

En la granja hay un perro que vive fuera de la perrera, al que llaman Skitch por que tiene la piel salpicada de manchas. Lo encontraron los cuidadores hambriento y sucio por los alrededores de la granja, olisqueando entre la basura y le recogieron y alimentaron. Ahora vigila el exterior para que nada nos moleste por las noches. Se parece a los dálmatas por sus manchitas y es muy fuerte, aunque no demasiado grande. Sólo un poco más grande que el Gran Yori, claro.

Fuera de la granja hay una de esas construcciones que hacen los humanos, a las que llaman casas,  y en ella vive el líder con su manada, que se completa con una mujer y dos cachorros humanos. Mamá Sirta los llama niños.  

Esta tarde ha  pasado algo realmente difícil de olvidar. Resulta que los niños estaban solos en su casa cuando ha empezado a salir humo negro por las ventanas. Al momento hemos oído llorar a los niños  y los gritos de los humanos al darse cuenta de que sus cachorros estaban dentro. Los padres han llegado corriendo y se tapaban las manos, horrorizados, ante lo que estaba ocurriendo. Al poquito tiempo, han empezado a salir llamas por una ventana y los gritos de los niños se han oído más fuertes que antes.

De pronto una sombra gris ha saltado por una de las ventanas al interior de la casa y al poquito Skitch, el perro vagabundo, ha asomado su cabeza por el mismo sitio, mientras sujetaba por la ropa a uno de los cachorros humanos con sus dientes. El padre se lo ha recogido y Skitch ha vuelto a desaparecer, para volver al poquito rato con el otro cachorro. Cuando los ha puesto a salvo se ha arrastrado como ha podido fuera de la ventana, mientras que los humanos vertían agua con las mangueras que usan para limpiar la granja, hasta que han dejado de salir llamas. El humo ha tardado un poquito más en dejar de salir; pero la casa estaba enterar y no parece tener muchos desperfectos.

¡Teníais que ver los abrazos y besos que los padres daban a sus cachorros y a Skitch! Los rodeaban a los tres y los abrazaban y espachurraban con los ojos llenos de agua. Mamá Sirta dice que los humanos  lloran en algunas ocasiones y que los ojos se les llenan de lágrimas y se ponen muy muy tristes. Sin embargo parecían estar muy contentos, a pesar de sus lágrimas, y no dejaban de reír y llorar y de decir cosas a Skitch y a los niños.

Cuando todo se ha calmado han llegado otros humanos vestidos todos iguales, pero de dos formas distintas. Mamá dice que unos son bomberos y los otros sanitarios. También han llegado humanos vestidos de formas diferentes que hablaban con todo el mundo y les preguntaban cosas. De pronto han rodeado a Skitch y le han felicitado con mucho entusiasmo. 



Los bomberos le han subido en su enorme vehículo con ruedas y le han puesto uno de sus sombreros de metal brillante y le han dirigido sus aparatos de hacer fotos. Todos los bomberos se han puesto a su lado mientras los demás les hacían fotos. Luego le han puesto con los niños a los que había salvado, en brazos de sus padres, y le han vuelto a hacer muchas y muchas fotos más.

Después de comprobar toda la casa y de asegurarse de que ya no había peligro los bomberos se han ido. Luego los sanitarios han examinado a los niños y a Skitch y a los padres y les han dado algo a cada uno para que se sintieran mejor.

Cuando finalmente todo el mundo se ha ido, los perros de la granja se han puesto a ladrar en honor de Skitch, el valiente perro sin raza definida, que no dudó en arriesgar su vida para salvar a los cachorros de las personas que le recogieron y alimentaron cuando estaba hambriento y solo. 
¡Hurra por Skitch!

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