Como mamá nos alimenta muy bien ya estamos muy
grandes, a pesar de no llegar al mes de vida. A los malteses les empiezan a salir los dientes
de leche a partir de las tres semanas y dejan la lactancia sobre la semana
séptima.
Al ser una perra con cuatro cachorritos los cuidadores
le dan a mamá una comida especial para ayudar a que nos pueda alimentar mejor.
Nos ponen mucha agua, nada más llegar, y dejan un plato con comida que nosotros
olisqueamos y, a veces, nos metemos en la boca. Son unas bolitas muy secas y
duras, pero al ratito de tenerlas en la boca se van ablandando.
Mamá come todas las mañanas y tritura las bolitas con
sus muelas, produciendo un sonido como cuando se parten briznas de hierba seca.
Como sabe que nos llama la atención, a veces deja caer pequeños trozos ya
masticados y nosotros nos peleamos por cogerlos, ya que son más pequeños y más
fáciles de tener en la boca.
Cuando nace un maltés apenas tiene pelo; pero al poco
nos empieza a brotar una pelusa suave y muy blanca que es nuestra imagen característica. Mamá nos ha contado esta mañana que a la mayoría de
los humanos les gusta tener un perro o dos como parte de sus manadas y que los
perros y los grandotes son muy buenos amigos a pesar de ser especies distintas.
Nos ha contado historias muy bonitas sobre la amistad
entre perros y "grandotes" y de cómo algunos perros han salvado la vida de seres
humanos cuando estos se encontraban en peligro. Pero lo que más les gusta a la
mayoría de los perros es jugar con los cachorros de hombre, porque son más
traviesos y siempre quieren jugar con sus perritos. Mamá Sirta dice que, a
pesar de ser tan diferentes, la lealtad de los perros hacia los humanos
viene de muy muy lejos y de mucho mucho tiempo y que siempre ha sido así,
aunque también hay humanos a los que no les gustamos los perritos.
En la granja hay un perro que vive fuera de la
perrera, al que llaman Skitch por que tiene la piel salpicada de manchas. Lo encontraron los cuidadores hambriento y sucio
por los alrededores de la granja, olisqueando entre la basura y le recogieron y
alimentaron. Ahora vigila el exterior para que nada nos moleste por las noches.
Se parece a los dálmatas por sus manchitas y es muy fuerte, aunque no demasiado grande. Sólo un poco más grande que el Gran Yori, claro.
Fuera de la granja hay una de esas construcciones que hacen
los humanos, a las que llaman casas, y en ella vive el líder con su manada, que se completa con una mujer y dos cachorros humanos. Mamá Sirta los llama niños.
Esta tarde ha
pasado algo realmente difícil de olvidar. Resulta que los niños estaban
solos en su casa cuando ha empezado a
salir humo negro por las ventanas. Al momento hemos oído llorar a los niños y los gritos de los humanos al darse cuenta de
que sus cachorros estaban dentro. Los padres han llegado corriendo y se tapaban
las manos, horrorizados, ante lo que estaba ocurriendo. Al poquito tiempo, han
empezado a salir llamas por una ventana y los gritos de los niños se han oído
más fuertes que antes.
De pronto una sombra gris ha saltado por una de las
ventanas al interior de la casa y al poquito Skitch, el perro vagabundo, ha
asomado su cabeza por el mismo sitio, mientras sujetaba por la ropa a uno de
los cachorros humanos con sus dientes. El padre se lo ha recogido y Skitch ha
vuelto a desaparecer, para volver al poquito rato con el otro cachorro. Cuando
los ha puesto a salvo se ha arrastrado como ha podido fuera de la ventana,
mientras que los humanos vertían agua con las mangueras que usan para limpiar
la granja, hasta que han dejado de salir llamas. El humo ha tardado un poquito
más en dejar de salir; pero la casa estaba enterar y no parece tener muchos
desperfectos.
¡Teníais que ver los abrazos y besos que los padres
daban a sus cachorros y a Skitch! Los rodeaban a los tres y los abrazaban y
espachurraban con los ojos llenos de agua. Mamá Sirta dice que los humanos lloran en algunas ocasiones y que los ojos
se les llenan de lágrimas y se ponen
muy muy tristes. Sin embargo parecían estar muy contentos, a pesar de sus
lágrimas, y no dejaban de reír y llorar y de decir cosas a Skitch y a los
niños.
Cuando todo se ha calmado han llegado otros humanos
vestidos todos iguales, pero de dos formas distintas. Mamá dice que unos son bomberos y los otros sanitarios. También han llegado humanos
vestidos de formas diferentes que hablaban con todo el mundo y les preguntaban
cosas. De pronto han rodeado a Skitch y le han felicitado con mucho entusiasmo.
Los bomberos le han subido en su enorme vehículo con ruedas y le han puesto uno
de sus sombreros de metal brillante y le han dirigido sus aparatos de hacer
fotos. Todos los bomberos se han puesto a su lado mientras los demás les hacían
fotos. Luego le han puesto con los niños a los que había salvado, en brazos de
sus padres, y le han vuelto a hacer muchas y muchas fotos más.
Después de comprobar toda la casa y de asegurarse de
que ya no había peligro los bomberos se han ido. Luego los sanitarios han
examinado a los niños y a Skitch y a los padres y les han dado algo a cada uno
para que se sintieran mejor.
Cuando finalmente todo el mundo se ha ido, los perros
de la granja se han puesto a ladrar en honor de Skitch, el valiente perro sin
raza definida, que no dudó en arriesgar su vida para salvar a los cachorros de
las personas que le recogieron y alimentaron cuando estaba hambriento y solo.
¡Hurra por Skitch!
¡Hurra por Skitch!
No hay comentarios:
Publicar un comentario