Cuando los humanos se
acercan a nuestras cajitas de cristal los perritos se ponen de pie y hacen mil
piruetas para llamar su atención. Algunos ladran, otros empujan a sus
hermanitos y otros se quedan tranquilamente esperando a que llegue alguien que
realmente le interese. Esto último es lo que hago yo, de manera que, si las
personas que me observan no me llaman la atención, no muevo ni una pestaña.
Esta mañana ha venido una
pareja. Él no era ningún niño, pero ella era muy guapa y elegante. Estaban
mirando a los cachorritos cuando se les ha acercado una de las vendedoras
-¿Os puedo ayudar?- Les ha
dicho de la forma más profesional posible.
La visitante ha hecho un
gesto vago cargado de indiferencia.
-Estamos buscando un cachorrito
de Bichón Maltés que sea alegre.
-Nos quedan dos, macho y
hembra; aunque la próxima semana recibiremos más.
Al oír esto mi hermanito se
ha puesto como loco de contento y ha empezado a moverse en todas direcciones
para llamar su atención y demostrar lo alegre y divertido que puede ser. Yo me
he quedado tranquila, sentada sobre las patitas traseras y ladeando la cabecita
con media lengua fuera.
Como no me movía mi hermano
me ha embestido varias veces, hasta que me he hartado y he empezado a
perseguirle. Era un caos, dos perritos correteando dentro de una jaula de
cristal. De vez en cuando me cogía del rabito y yo me volvía y le mordía una
orejita. Parecíamos dos furiosos contendientes, aunque no nos hacíamos ningún daño.
-Páralos –dijo la visitante-, antes de que se hagan una avería. ¿Qué te parece si me regalas a la hembra? –preguntó
a su pareja.
.-No sé. Parece un pequeño
monstruo del Lago Ness. Es una fierecilla.
-Ha sido el macho el que ha
empezado, ya lo has visto. Ella estaba tan tranquila.
-Está bien. Te la regalo.
¡Un regalo! Para estos soy
un regalo. Empezaba a dudar de mi propia elección; pero ella me ha cogido en
bracitos, me ha puesto a la altura de su cara y me ha llamado “naricita de bombón”, que no sé qué
significa pero suena muy bien, y me he puesto muy contenta.
Luego me ha hecho cosquillas
en la barriguita y me susurrado que me van a llamar Noa, Noa de Ness porque les parecía un pequeño monstruo del Lago
Ness por cómo me defendía.
El hermanito se ha quedado
pegadito al cristal y por un momento nuestras miradas se han cruzado. En ese
instante los dos hemos recordados las palabras de mamá Sirta: Mañana amanecerá de
nuevo y tenemos que seguir viviendo.
El otro grandote ha estado
arreglando los papeles con la tienda y, de paso, ha pedido un cestito, una
casita y unos cojines para mí. Parece que todos hemos hecho una buena elección
Fuera de la tienda estaba
una mujer más mayor, la madre de ella, que se ha puesto muy contenta al verme
-¡Uy, Inma, qué cosita!. ¡Qué
rica es! Déjame que la lleve yo, que vais muy cargados.
Y sin más me ha acurrucado
en sus brazos y se han alejado de la tienda. Yo estaba un poco asustada porque
había cientos y cientos de humanos y no se veían perritos por ninguna parte.
Además me moría de ganas de hacer pis; pero no podía hacerlo encima de nadie,
claro está.
Al poquito rato se han
metido en otra tienda, con mesas y sillas y con gente sentada bebiendo y
comiendo. Los tres se han acomodado en una mesa y han pedido cosas para ellos y
un cacharrito con agua para mi. Cuando me la han puesto cerca he dado tres
lametones para que no me consideraran desagradecida, pero yo no quería beber,
sino todo lo contrario.
Mientras, él revisaba los
papeles que le habían dado y comentaba con ellas cosas sobre mí.
-Dice aquí que está
desparasitada con Stronghold y que dentro de una semana la debemos llevar a sus
propios veterinarios para una nueva revisión.
- Vaya cara –dijo ella-. La
llevaremos al que nos venga mejor. No veo por qué tengan que ser ellos
exclusivamente. De todas formas, antes dea una semana ya estaremos en casa.
-Eso digo yo –comentó la
madre-. No vais a venir desde Ibiza sólo para que os la revisen.
Yo estaba cada vez más
inquieta y no paraba de revolverme. Menos mal que la madre se dio cuenta.
-Esta perrita está nerviosa. Seguro que quiere hacer algo.
Así que me ha llevado a la calle y me ha dejado en el
suelo. Yo he levantado una patita, como les he visto hacer a mis hermanos, y he
dejado un charquito en la acera.
Inmediatamente me ha vuelto a coger en brazos
y hemos vuelto a entrar.
-¿Estáis seguros de que es
una hembra? ¡Si levanta la patita para hacer pis!
-El monstruo del Lago Ness,
ya te digo. –ha dicho el chico.
-Ángel, no te metas con
ella. Seguro que es lo que ha visto hacer a los otros.
-Me imagino cómo se va a
poner el Neno cuando la vea –dijo la madre-. A ver qué tal se llevan.
Yo estaba hecha un lío.
Había una tal Inma; otra señora más mayor que sería su madre; Ángel, que era la
pareja de Inma y ahora "el Neno". Por la forma de hablar deduje que debería ser
otro perrito. Y no me equivocaba.
Cuando consumieron lo que
habían pedido salimos de nuevo a la calle, yo siempre en brazos de la madre de
Inma. Al poquito nos metimos todos en un coche, pero esta vez sin remolques ni
jaulitas. Comenzamos a recorrer calles y más calles hasta que paramos en otro lugar y, por fin,
llegamos a un edificio en el que después de entrar en una jaula que sube y
baja aparecimos en un piso donde nos esperaba otro grandote (luego supe que
era el papá de Inma) y un perrito precioso, Bichón Habanero, con el pelo dorado
y que se puso a gruñir nada más verme: Neno.
Por más que yo intentaba
jugar con él y hacerme su amiga, no había forma.Rugía y me enseñaba los
dientes hasta que la mamá de Inma le reprendió.
-Ya está bien. Un poco de
tranquilidad si no quieres que te encierre.
Eso pareció calmarle; pero
no consintió que me acercara. Cuando me intentaba aproximar, se alejaba más y
más hasta que me cansé. Luego me pusieron en mi cestito nuevo y me quedé
dormida hasta el día siguiente. Soñé que ya tenía una mi propia manada.