lunes, 22 de octubre de 2012

A modo de presentación



MAMÁ PITNEY

Hola, me llamo NOA. Noa de Ness, aunque en la granja canina en la que acabo de nacer nadie lo sabe todavía. 

Mis futuros dueños (ji, ji) me van a poner ese nombre pero esa es una historia que os contaré más adelante.

Los malteses nacemos con los ojitos cerrados y los empezamos a abrir a los 10 días de vida. Entonces podemos vernos unos a otros y reconocernos y, sobre todo, ver a nuestra mamá

Cuando me alejo un poco para curiosear, mi mamá me llama con un gruñidito, lo mismo que a mis hermanos, por  lo que de momento, todos nos llamamos Gu! Cuando mamá nos quiere llamar la atención hace “¡GU!” y todos nos volvemos hacia ella. Normalmente lo hace cuando tenemos que comer o cuando nos ponemos a jugar y jugar y teme que nos hagamos daño. Bueno, en realidad, no nos hacemos daño cuando jugamos pero mamá es muy precavida.

Mis hermanos, mi mamá y yo, somos de la raza “bichón maltés”. Además de alegres, cariñosos y juguetones, los malteses, somos expertos en cazar ratas.

Sí, sí: Ratas. Unos bichos repugnantes que se cuelan por todas partes, lo destrozan todo y se comen toda la comida que pueden. Los marineros antiguos del mediterráneo nos llevaban en sus barcos para que no se colasen en ellos esas malas bestias.



Los malteses tenemos justa fama de caza-ratas, tanto en los almacenes de tierra firme como en las bodegas de los barcos.

Cuando vemos una rata (o cualquier cosa que lo parezca, como un peluche, por ejemplo) nos agazapamos en nuestras patitas delanteras y de un salto nos apoderamos del lomo de la rata. Luego movemos enérgicamente la cabeza, de lado y lado, hasta que partimos la espina dorsal del odiado enemigo. Por último, lo arrojamos a un rincón, ya que esas cosas horribles no se comen.

Todo esto nos lo está enseñando nuestra mamá, para que cuando veamos una rata de verdad sepamos lo que hay que hacer. 
  
 
Mis hermanos son machos, unas fieras que a la hora de comer eligen los mejores lugares y las tetillas más gordas y con más leche de mamá, de manera que me tengo que colar por debajo de ellos, y cuando retiran la boca para gruñirse unos a otros, me pongo a chupar y no me aparto por más que protesten. Sólo somos cuatro y mamá tiene siete fuentes de leche calentita, aunque, la verdad, sólo hay tres que merecen la pena y por eso nos pegamos por coger los mejores sitios.



Como soy la más pequeña, los otros zangolotinos me quieren apartar y dejar de lado, pero yo he aprendido a comer igual que ellos y ya casi somos todos del mismo tamaño.

Al ser tan blancos, la limpieza de la jaulita en la que vivimos los cinco es una obsesión para nuestra mamá, y como los cuidadores de la granja no nos dedican demasiado tiempo, se pasa todo el rato limpiándonos con su lengua para que estemos aseados y guapos.

La vida en la granja canina es muy divertida. Jugamos y jugamos, y nos perseguimos y revolvemos hechos una bolita, hasta que mamá nos da mordisquitos en el lomo para que nos estemos quietos o dejemos de hacer lo que sea que estemos haciendo. Si alguno de nosotros se pasa un poco, mamá le coge por el cuello con sus dientes y lo lleva a un rincón.

Esto puede parecer doloroso, pero mamá es muy cuidadosa y no nos hace ningún daño, al contrario. ¡Es muy gracioso ver a cualquiera de nosotros colgando de la boca de mamá pataleando y moviendo el rabito!

En la perrera hay muchos tipos de perros. En la jaulita que está frente a la nuestra, hay una pareja muy grande, con el pelo de color negro muy largo.

Mi mamá dice que son ovejeros belgas y que son expertos en controlar grandes rebaños de ovejas, ayudando al “hombre” en sus tareas.

Resulta que el ”hombre” o los “humanos” son unos seres grandotes, que caminan erguidos sobre las dos patas traseras y que son los encargados de la perrera. Aunque yo sólo conozco a seis “grandotes” -perdón- humanos, mi mamá dice que fuera de la granja hay muchos y muchos más, pero que viven en manadas pequeñas y que, algún día, unos desconocidos se nos quedarán mirando y elegirán a uno o dos de nosotros y nos llevarán con ellos a formar parte de su manada. Parece muy divertido, pero mamá se queda algo triste cuando lo dice.

Los grandotes no tienen pelo nada más que en la cabeza por lo que se tapan con unas fundas de tela de distintos colores, y así no es posible conocer a simple vista a qué manada pertenecen.

No tienen almohadillas en las patitas, por lo que se ponen unas cosas en los pies para poder caminar erguidos sobre sus patas. Sus uñas nos son alargadas ni afiladas, pero tienes los dedos muy largos y sujetan cosas con ellos. Si yo quiero sujetar un palo tengo que juntar las patitas delanteras, pero ellos sostienen palos muy largos sólo con la ayuda de sus dedos. No saben ladrar, pero se gritan mucho entre ellos y parece que se entienden. Como son tan parecidos los unos a los otros, la verdad es que los distinguimos por el olor. Porque hay que ver como huelen los “grandotes”

Mamá dice que los humanos pueden vivir en solitario o formando manadas de dos individuos, y que suelen tener pocos cachorros pero nunca, casi nunca, ¡cuatro a la vez!   

Seguro que son unos seres muy aburridos.

Hoy han venido tres de los cuidadores y se han llevado todos los cachorros de Yorkshire que vivían cerquita de nosotros. Los han metido en una especie de caja con la tapa enrejada, como nuestras jaulitas, y se han ido sin más.
 
Pitney, la mamá yorkshire, se ha quedado mirando la puerta durante un largo rato, con una expresión ausente. Después ha estado con la cabecita apoyada en la tela metálica hasta que se ha hecho de noche. Luego se ha estirado sobre sus cuatro patitas y se ha quedado pegadita al suelo, inmóvil, hasta que se ha dormido. Yo miraba de reojo a mi mamá, que también parecía muy triste.

3 comentarios:

  1. Vaya, que penita. Espero que Pitney se recupere pronto.

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    1. Los perros sufren, como todos los seres vivos, pero su capacidad de recuperación es superior a la de la especie humana.

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  2. Aunque parezca mentira, Noa, es llamativa la similitud que existe entre todas las mamás de cualquier especie...incluso, también, cuando nos referimos a las de los grandotes. No me cabe duda de que el valor del significado de esa palabra que los últimos usamos tanto - instinto - está por encima de cualquier otro concepto a la hora de determinar la elección del camino que marca nuestra actitud: y en ese aspecto, amiga Noa, vosotros, los peluditos, nos dáis "sopas con ondas", (una expresión rara que usamos los humanos castellanos para significar la posesión de la mejor capacidad y conocimiento)...

    Tu mamá, como la mía, solamente tenía in mente la consecución de lo mejor para sus hijos y actuaba en consecuencia, sin que nada ni nadie pudiera impedirlo: ¿no es admirable?....Bueno, querida amiga, este lugar tan bonito es tuyo y no debo extenderme. Aunque parezca mentira, Noa, es llamativa la similitud que existe entre todas las mamás de cualquier especie...incluso, también, cuando nos referimos a las de los grandotes. No me cabe duda de que el significado de esa palabra que ellos usan tanto - instinto - está por encima de cualquier otro concepto a la hora de determinar la elección del camino que determine su actitud: y en ese aspecto, amiga Noa, vosotros, los peluditos, nos dáis "sopas con ondas", (una expresión rara que usamos los humanos castellanos para significar la posesión de la mejor capacidad y conocimiento)...

    Tu mamá, como la mía, solamente tenía in mente la consecución de lo mejor para sus hijos y actuaba en consecuencia, sin que nada ni nadie pudiera impedirlo: ¿no es admirable?....Bueno, querida amiga, este lugar es tuyo y no quiero extenderme, pero quiero añadir una confidencia: tus palabras me han hecho saltar las lágrimas porque acabo de perder a la mía y esas anécdotas que nos cuentas han tenido la virtud de recordarme mi infancia con ella hace ya muchísimos años, en un lugar muy bello que sé que conoces, junto a un río humilde en cuyas praderas ribereñas que tú no habrás conocido porque otros grandotes de pocas luces hace ya muchos años se empeñaron en hacer desaparecer …..

    Pero no estemos tristes: ¡ojalá! no haya sido así, pero si perdiste ya a la tuya seguro que ambas juegan hoy, felices, en un lugar del Universo donde ya nada ni nadie puede hacerlas sufrir. Y por cuanto a este grandote afecta, debes saber que todas esas cosas que nos cuentas le han reconfortado hoy de manera clara y especial. Y tu idea de contarnos tu vida en el blog le parece una genialidad. Estoy seguro de que lo que nos vayas transmitiendo aquí tendrá la virtud de hacernos retornar a lo más auténtico, grande y sabio que existe: el tesoro de la sencillez….

    Muchas gracias, Noa, y disculpa a este grandote por tanta extensión y si te “da la lata”, como hoy, en algún momento futuro.

    Un abrazo con caricia especial.

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