sábado, 19 de octubre de 2013

CAPÍTULO XVII UNA AUSENCIA

Estos días no estoy nada contenta, la verdad. Inma no se levanta apenas de la cama y Ángel vuelve del trabajo enseguidita y se sienta a su lado. Siempre la pregunta por lo que quiere comer y luego se lo prepara a su gusto, aunque apenas come.

-Tenemos que hacer algo, Inma. No mejoras y eso de que cada vez te den un jarabe más fuerte no me convence.
-¿Qué quieres hacer?
-Llevarte a una revisión a fondo.
-Si no tengo nada. Sólo un poco de anemia y que me canso, eso es todo.

Lo cierto es que Ángel ya había quedado para llevarse a Inma a un centro de salud, donde los doctores de los humanos miran a ver qué tienen. Han venido los padres de Inma con Neno y nos hemos quedado los cuatro en casa mientras ellos salían.
Jugando con el perrito Neno se me ha pasado el tiempo volando, pero cuando Inma ha regresado, Neno y yo nos hemos puesto como locos de contentos. Ángel no nos ha dejado acercarnos demasiado y la ha llevado de nuevo a la cama.

Luego los padres de mi amita le han preguntado por la visita.
-La radióloga dice que tiene una mancha en el pulmón derecho que podría ser un tumor.

-No te preocupes, gordito – le ha contestado Inma – Sin un pulmón se puede vivir muchos años.
El caso es que todos nos hemos quedado un poquito callados. Ángel ha explicado que le han hecho muchas cosas, análisis de sangre incluido, y que la han visto muchos doctores. Una de ellos quiere que mañana le hagan un TAC, que no sé lo que es, pero que parece poco complicado.
-Mañana vendremos a quedarnos con Noa para que podáis salir tranquilos.

-Muy bien. Hasta mañana entonces.
Así que se han ido y nos han dejado solos. Yo me subido a la cama de un salto y me he acurrucado junto a Inma, sin dejar de mirarla. Tiene la carita cansada pero me mira y sonríe.

Al día siguiente han vuelto las visitas. Esta vez Juan se ha ido con ellos y nos hemos quedado Neno y yo con Hortensia.
Ha pasado mucho rato  hasta que ha vuelto Juan.

-Se han quedado en el hospital, mamá. A la niña le ha dado un mareo y la hemos tenido que llevar a Urgencias. Ángel se ha quedado allí.
Así que Hortensia nos ha puesto los collares a Neno y a mí y nos han llevado a su casa.

Luego nos han dejado solos y se han marchado al hospital. De donde no han vuelto hasta que era muy muy de noche.
-Pobrecitos –ha dicho al entrar – todo el día sin comer.

De modo que nos ha preparado nuestros platitos, aunque apenas hemos comido. No me gusta nada que Inma y Ángel no hayan vuelto todavía.
Por la mañana los padres se han vuelto a marchar y Juan ha regresado un momento para ponernos la comida y se ha vuelto a ir. A la noche vuelven los dos cansados y se ponen a jugar con nosotros un ratito. Así llevamos varios días.

Hoy a mediodía han vuelto los dos llorando. Hortensia se ha ido a su habitación y Juan nos ha preparado lo nuestro y se ha ido con ella. Neno y yo no hemos comido y nos subido a la cama con Hortensia, que no paraba de llorar.
-Mamá, mamá – decía Juan mientras la abrazaba – Ya pasó todo. Deja de llorar, por favor.

Nos hemos quedado con ella hasta que hemos oído el ascensor. Era Ángel. Le hemos saludado con saltitos, pero yo miraba detrás, por si también venía Inma, pero estaba solo.
Se ha sentado durante mucho rato sin decir ni una palabra y luego me ha puesto el collar para llevarme a casa.
Al llegar he rebuscado por todas las habitaciones y rincones, pero ni rastro de Inma. No está tampoco.

Ángel me ha cogido en bracitos y se ha puesto a hacerme caricias despacito.
-No va a volver, Nouca. Tendremos que acostumbrarnos a su ausencia. Ahora está cuidando a otros perritos que la necesitan más.

No lo puedo entender ¿Qué eso de una ausencia? ¿Y cómo la van a necesitar más otros perritos que yo? De pronto he oído abrirse el portal del edificio y me acurrucado frente a la puerta de casa, por si es ella.
-Ven, Noa, no va a volver.

Así llevamos tres meses y empiezo a pensar que eso de la ausencia es muy difícil de asumir.